Del Indicador al Impacto (pasando por la gestión ESG activa)
Estamos en temporada alta de EINFs (estados de información no financiera), informes integrados y memorias de sostenibilidad.
En muchos casos las personas responsables de los mismos persiguen a sus compañeros en busca del número, del dato para el informe, con una fecha de entrega rigurosa porque luego hay que verificarlo, y en muchos casos aquí se acaba el ejercicio del año.
Faltará en algunos casos la aprobación por el consejo de administración del informe integrado, un trámite que todavía en muchos casos es eso, un mero trámite, porque no es la parte del informe que se discute con más profundidad. Parte de esta información quizás pase a comunicación (interna o externa) para nutrir una memoria de sostenibilidad cuyo primer objetivo suele ser que quede lucida.
Es verdad que cada vez más empresas ya saben que el EINF importa, que sus inversores lo van a analizar, que los ratings y benchmarks ESG van a buscar y usar la información y, por lo tanto, les empieza a interesar. Es por ello, que conocer cómo podemos llevar a cabo una gestión ESG activa, resulta muy relevante para la empresa.
Pero... ¿y si?
¿Y si el EINF tuviera un hilo argumental uniendo el impacto social y medioambiental con el negocio de una empresa?
¿Y si además de incluir unos cuantos logotipos de los ODS se profundizara en indicadores y medidas relevantes para su sector y se pusiera en valor la contribución de la empresa a la agenda 2030?
¿Y si el EINF fuera el último paso de un ejercicio estratégico de considerar los aspectos materiales como parte de la gestión de la empresa?
¿Qué parámetros hay que medir?
¿Y si en lugar de ir cada uno por su lado utilizáramos todos los mismos parámetros para medir cuestiones comunes? Como explican los grandes referentes del impacto empresarial en el mundo como George Serafeim, sir Ronald Cohen, Colin Mayer o Clara Barby en su artículo Measuring Purpose – An Integrated Framework, convendría identificar los parámetros que las empresas necesitan medir para activar su propósito. Por ejemplo:
- Inputs: recursos financieros, humanos, sociales, naturales y físicos que una empresa utiliza para llevar a cabo su actividad.
- Outputs: midiendo lo que produce una compañía.
- Resultados: los cambios generados por las actividades de una empresa.
- Impactos: los efectos en el bienestar de otros generados por dicha empresa en clientes, empleados, proveedores, sociedades y medio ambiente.
Pero este tipo de información no financiera no es lo único ni lo último que podemos hacer. Hay un paso más, que consiste en monetizar dichas métricas.
¿Y por qué monetizar es clave? Porque dichas valoraciones permiten asignar recursos e inversiones. En el contexto del propósito es necesario asignar un valor al capital natural, social y humano utilizado para conseguir dicho propósito. Pero, cuidado, existe el riesgo de no valorar nada que no tenga precio y, por tanto, de no dedicarle inversiones a cuestiones críticas pero que nadie ha evaluado.
Desde Transcendent llevamos tiempo haciendo de la gestión de parámetros no financieros una ventaja competitiva para nuestros clientes, mejorando sus resultados y su posición ante sus grupos de interés.
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