Sustainability

El sector agroalimentario español: de la vulnerabilidad climática a la ventaja competitiva

La agricultura y la alimentación españolas se encuentran ante un desafío histórico.

Cambio climático, pérdida de biodiversidad, erosión del suelo y presión social —marcada por el abandono rural, la dificultad del relevo generacional pendiente en el sector agrario y la creciente exigencia de los consumidores— configuran un escenario en el que la competitividad ya no depende solo de producir más, sino de producir de forma sostenible. Se trata de un cambio de paradigma que exige combinar un uso responsable de los recursos naturales con prácticas innovadoras capaces de asegurar su futuro.

En concreto, según datos del MITECO, casi el 50% del territorio español se dedica a actividades agrarias, que consumen el 70% del agua dulce y generan más del 80% de las emisiones de amoniaco. Dichas cifras se deducen de la explotación tanto agrícola como ganadera. Esta realidad convierte al sector en motor económico, pero también en uno de los principales “presionadores” del capital natural del país. La fase de producción, núcleo de la cadena de valor, es la más expuesta a la variabilidad climática y ambiental, y por tanto la más vulnerable a sufrir pérdidas que comprometan su competitividad.

Impacto del sector agroalimentario en la naturaleza (Figura 1)

         

FormaEl contenido generado por IA puede ser incorrecto.

Fuente: TNFD a partir de la base de datos de ENCORE; Análisis Transcendent

Consecuencias estratégicas para la competitividad del sector agrícola

 Los riesgos sobre el capital natural son cada vez más tangibles. La degradación del suelo, la escasez de agua o la reducción de polinizadores ya están limitando la productividad y elevando costes. En España, la erosión severa ya afecta a más del 20% del territorio y la disponibilidad hídrica en varias cuencas se ha reducido un 20% en las últimas tres décadas, un retroceso que pone en cuestión la viabilidad de cultivos estratégicos.

El impacto económico es significativo. Estimaciones internas apuntan a que, de no aplicarse medidas de adaptación, las pérdidas acumuladas podrían superar los 6.000 millones de euros en la próxima década, especialmente en regiones clave como Andalucía, Murcia o Castilla-La Mancha. Estos cálculos se han estimado contemplando la producción de cereales, hortalizas y cítricos.

Pérdida económica en M€ por erosión de suelo y escasez de agua (Figura 2)

Fuente: Análisis de Transcendent partiendo de datos de MITECO y herramienta Aqueduct del World Resources Institute.

Este mapa económico no solo refleja pérdidas potenciales: también anticipa qué empresas y territorios estarán en posición de competir y cuáles quedarán rezagados. La erosión del suelo y la escasez de agua ya no son problemas ambientales, sino variables críticas de negocio.

Las pérdidas económicas asociadas a estos riesgos no se limitan a la fase productiva: repercuten en toda la cadena de valor. Para las comercializadoras, significan mayores costes de aprovisionamiento; para los distribuidores, una capacidad de negociación más limitada y una logística más volátil. En los supermercados, estas tensiones se traducen en menor regularidad en la oferta y presión sobre márgenes. Anticipar estos escenarios requiere mirar aguas arriba, incorporando en la planificación estratégica las variables climáticas y ambientales que condicionan la competitividad futura del sector.

Palancas de transformación hacia la ventaja competitiva

Lejos de ser únicamente un foco de vulnerabilidad, la relación del agroalimentario español con la naturaleza abre la puerta a oportunidades estratégicas. La sostenibilidad puede convertirse en motor de eficiencia y diferenciación. Existen distintas vías de transformación que ya están mostrando resultados tangibles en empresas líderes:

  1. Restauración del suelo como base de productividad: Prácticas de agricultura regenerativa como la rotación de cultivos, la cobertura vegetal y el uso de abonos orgánicos restauran la fertilidad del suelo, mejoran la retención de agua y reducen la dependencia de fertilizantes químicos.
  2. Optimización de recursos críticos Tecnologías de riego de precisión, sensores de humedad y el uso de energías renovables reducen costes y disminuyen la exposición a sequías y volatilidad de precios de la energía.
  3. Adopción de tecnologías que mejoren la eficiencia: La agricultura de precisión, biofertilizantes y herramientas de inteligencia artificial (p.ej., previsión climatológica para adelantarse a desastres naturales) permiten anticipar riesgos y reducir la dependencia de insumos críticos. 
  4. Integración del capital natural como activo económico: Dar un valor económico a la biodiversidad y a los servicios ecosistémicos abre acceso a financiación (bonos de impacto, créditos de naturaleza), refuerza la posición frente a inversores y asegura competitividad internacional.

Estas palancas demuestran que la sostenibilidad no es un coste adicional, sino un vector de resiliencia y crecimiento, que contribuyen a la Estrategia Nacional de Alimentación publicada en enero 2025 por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para conseguir un sistema alimentario sostenible y competitivo.

Hoja de ruta estratégica para las empresas

Convertir la sostenibilidad en una ventaja competitiva requiere algo más que buenas intenciones: implica seguir una hoja de ruta clara. 

El primer paso es realizar un diagnóstico profundo de la dependencia de cada empresa respecto a los recursos naturales. A partir de ese conocimiento, resulta esencial evaluar los riesgos asociados al cambio climático y a la degradación del capital natural, incluyendo los regulatorios y de mercados.

Y, posteriormente, adoptar medidas estratégicas de mitigación y adaptación. Estas pueden abarcar desde soluciones basadas en la naturaleza —como la restauración de ecosistemas o la agricultura regenerativa— hasta la integración de tecnologías que optimicen procesos productivos. 

Este itinerario no solo fortalece la sostenibilidad ambiental, sino que posiciona al sector para captar financiación vinculada a objetivos ESG y consolidar la confianza de consumidores e inversores. En definitiva, es una apuesta por la resiliencia y la competitividad futura.

Conclusión: de la vulnerabilidad a la resiliencia

El futuro del agroalimentario español dependerá de su capacidad para transformar su relación con la naturaleza. Pasar de la explotación a la regeneración de los recursos permitirá asegurar competitividad, resiliencia y acceso a oportunidades de mercado, convirtiendo la naturaleza en un activo estratégico para garantizar el liderazgo de un sector clave en la economía española.

*Este artículo forma parte de un análisis de mayor alcance y profundidad técnica que Transcendent está desarrollando y que será presentado en diciembre de 2025.

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Luca Roncella
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